Recuerdo bien la soporífera clase de Matemáticas en la que el profe Don Eulalio, como un grafitero, pintarrajeaba el salón con letras y signos imposibles de interpretar, mientras que los alumnos repetían las letanías de la geometría como ratones de laboratorio y unos cuantos gañanes lo molestaban preguntandole si el había inventado tal ecuación. Los más matados gritaban con sabiduría:<<¡Pi es 3.1416, pi es 3.1416!>>, pero los otros continuaban con su indagación:
Al día siguiente, el profe se la cobró haciéndonos llevar útiles de preescolar: estambre de color, un cuarto papel ilustración o de cartoncillo, plumones de agua para evitar intoxicaciones y una tapa redonda. Luego, nos puso a razar un círculo en el papel ilustración con la ayuda de una tapita; para medir el diámetro, sacamos de la madeja tres pedazos de la misma medida y entoncers, vino la revelación: ¡los tres juntos daban casi toda la vuelta a la circunferencia de mi círculo! Lo más sorprendente era que ese fenómeno se repetía en todos los círculos de la clase ¡Y eso que eran de diferentes tamaños y colores! --y hasta sabores, pues hubo quien en vez de tapa llevó su tupper con jicamas chorreando gotas enormes de limón y chile piquín.
Para ese entonces, los estudiosillos del grupo sabían que la fórmula de la circunferencia es igual al diámetro del círculo por el afamado pi, que equivalía a 3.1416; pero más allá de la fórmula , ni los matados, ni los gañanes, ni los demás habíamos reflexionado sobre la procedencia de este número. Yo me emocioné y, tímidamente, pero con cierto sarcasmo, le pregunté a Don Eulalio: "y si no fue usted, ¿qiuen inventó esa fórmula Don Eulalio?"
3.1415926535897932384626
Más tarde llegaron los griegos. Arquímedes lo consideró un valor mínimo de 3.1408 y un máximo de 3.1428. Sin embargo, y contrario a lo que mucha gente podría pensar --incluyendo mi profe Don Eulalio--, fueron los chinos quienes calcularon el valor de pi con mayor precisión, cuando el matemático Zu Chongzhi lo definió entre 3.1415926 y 3.1415927.
Por más de diez siglos, Chongzhi fue el ganador de la carrera de la búsqueda del valor de pi, hasta que,en 1610 el matemático Ludolph van Ceulen calculó los 35 primeros decimales. Después de él, otros notables científicos hicieron lo propio: Issac Newton, John Wallis, Edmond Halley, Thomas de Lagny, Leonard Euler y William Rutherford figuran entre quienes, a lo largo de la historia, fueron poniendo grantios de arena en forma de dígitos después del punto decimal de pi. El último cálculo registrado que se hizo sin ayuda de una computadora fue el de D.F. Ferguson, quin lo cifró hasta 808 decimal valiéndose sólo de una calculadora mecánica.
PI, el orden del caos
Para los estudiantes, 3.1416 es un redondeo fácil de recordar, pero la verdad es que esa cifra dista mucho de ser precisa. El cálculo de pi más exacto hasta el día de hoy se realizó con la ayuda de una supercomputadora Hitachi con un TB -1000 gigabytes- de memoria en el disco duro y capaz de efectuar 2 billones de operaciones por segundo; el resultado fue un número con 1.241 billones de decimales y, aun así, nunca será preciso, porque la cualidad de pi es la de ser un fenómeno irracional, infinito, aleatorio y sin un patrón definido.
Irracional hasta decir basta
Solo resta añadir que enmedio de tanta matemática, resulta interesante saber que este kloco númeri irracional también ha alimentado la imaginación de científicos y de geeks, pues algunos sostienen que entre sus decimales es posible encontrar todas las combinaciones numéricas que vengan a su memoria: su número de teléfono, el celular de su pareja, la combinación ganadora del Melate de esta semana, su fecha de cumpleaños, junto con la de su mamá, papá, hermanos y hermana. Incluso, hay quienes creen que la capacidad de contención de este número es tan poderosa que, si asignáramos determinados valores numéricos a las letras del alfabeto, y nos armáramos de la suficiente paciencia, encontraríamos que pi contiene algunos pasajes de Don Quijote de la Mancha o, si el ingles es lo nuestro, alguna que otra obra de William Shakespeare.
En conclusión, pi no sólo es un número loco, trascendente e irracional, sino que también podría ser un devorador de posibilidades, un contenedor de sueños y realidades: un aleph numérico que contiene todo lo que existe y existirá.
filosófico verdaderamente
serio: el suicidio.
Albert Camus
buenísimo
ResponderEliminarhell yeah!, basta siempre con saber que hay detrás del todo para asombrarnos y pasar un buen rato :D, gracias por checar el blog
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