miércoles, 20 de febrero de 2013

-Sergio Hernández: Repensando el territorio gráfico - por Sofía Carrillo

¿Cómo funciona la memoria? ¿Cómo es que comienza el proceso artístico? ¿Cómo se concibe la contemplación? En todas estas pregunta está implícita una concepción específica y personal del tiempo; sin embargo, en la producción artística la temporalidad se vuelve también una reflexión sobre la manera de lograr en el otro la traducción o apropiación de dicha experiencia. En el encuentro de ambas temporalidades es que se logra una suerte de evocación conducida por el deseo del artista. El recuerdo entonces, es uno de los eslabones vitales para la elaboración de la experiencia éste no puede funcionar sino a través de su activación por medio del lenguaje expresado en cada obra.

Entre los códigos que Sergio Hernández empleó en su última serie de xilografías elaboradas en el
Taller La Siempre Habana existe uno de vital importancia: el formato; uno que asemeja ventanas de 119 x 230 cm. para volver a la obra una proyección magnificada del paisaje interior y recuerdo del artista. Sin embargo, aquí el paisaje no es un ejercicio de traducción o mímesis de la realidad; sino más bien, es un proceso de abstracción que va en dos direcciones: el acercamiento a detalle del paisaje traducido desde la experiencia del artista; y de manera más interesante, aquella abstracción que se vuelca sobre la reiteración del signo y el recuerdo repetitivo –les pido evoquen el sonido en una noche de lluvia-: se vuelve una suerte de vórtice.

El paisaje de Sergio Hernández en “Temporal” acude al formato para lograr una atmósfera tanto física como emotiva. El signo entonces, va más allá de la representación para volverse también en el agente que activa la evocación del espectador. Las ventanas se vuelven representaciones simbólicas que absorben la mirada. De ahí que ésta sea una obra destacada; porque logra invertir la acción contemplativa en un ejercicio donde se desvía el discurso hacia lo procesual de la pieza. Sin embargo, ¿por qué es importante remarcar lo procesual en el trabajo de Sergio Hernández? Primero, porque obliga a reflexionar en el complejo proceso técnico que implica el grabado y por tanto, a repensar este proceso como parte esencial de la conceptualización y conformación de un discurso. Segundo, porque el artista se desvincula del lugar común para considerar los elementos formales como parte del mismo lenguaje de la obra y convertir al proceso en un efecto plástico. Tercero, me parece el resultado de un trabajo extenso de análisis y decantación de más de veinte años de trayectoria artística.

Habrá que tomar en cuenta el esfuerzo que se requiere para devastar una placa de MDF con tales dimensiones: Esto exige un desgaste corporal donde el movimiento se vuelve una especie de devaneo que apela a la repetición. La devastación de la placa con la cual se logra el efecto de lluvia requiere también de la evocación del sonido para lograr trasminarlo al material. Esta evocación, el sonido y el movimiento en una concordancia con la repetición, el movimiento repetitivo del cuerpo y el mecanismo mental de concebir la imagen en negativo; crean una especie de trance en la ejecución traducida –ante un excelente trabajo de impresión- en una fascinada contemplación del espectador frente a la estampa.

En otras piezas de la misma serie podemos encontrar esta característica. En ellas se invierten las funciones de la línea para irrumpir en el paisaje primero concebido y borronear su presencia. El artista muestra una suerte de catálogo de formas identificables en su obra, simplificadas en color y línea, para después invertirlas en su representación y realizar un acto de violencia contra su propio lenguaje: Tachar sus códigos es también llevarlos a un nuevo territorio del deseo donde le permita al artista concebir nuevos espacios o entrecruzamientos. Es quizá aquí, donde la contemplación y la memoria comienzan a trabajar de una forma invertida. Me gusta pensar que el tiempo mítico de su anterior obra, el ideario de Sergio Hernández ha sido trastocado para dar lugar a piezas las cuales nos invitan a entender el proceso gráfico desde otro lugar.


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